Si hay una fórmula infalible para que una comedia triunfe hay que buscarla en las raíces de las obras plautinas. Un recurso cómico que nunca falla es el ridículo del fanfarrón y de eso precisamente versa el Miles Gloriosus de Plauto.
El pasado mes de agosto llegó a Sagunto la versión de la obra que se estrenó en el teatro de Mérida y ha recorrido con éxito algunos de los escenarios veraniegos de España.
Era la segunda vez que asistía a la representación de esta obra. La anterior fue hace unos veinte años y en aquel momento el teatro aún estaba sin "rehabilitar" y era complicado sentarse en algún lugar medianamente cómodo. Fue una versión muy divertida y el protagonista era Antonio Resines que ,como ahora Pepe Viyuela, nos hizo reir con ganas. En aquella ocasión los actores tuvieron que parar la representación porque una señora del público reía tanto que contagió la risa a los propios actores y no podían seguir con la función.
En esta representación también reimos pero la sonoridad perdida del teatro hace imposible que se repita una situación como aquella.
La fanfarronería del protagonista y su autocomplacencia hacen reir como pocas comedias. El que el actor, Pepe Viyuela, tenga una "vis comica" innegable facilita aun más el éxito de la función. Otros elementos como el vestuario y los complementos exagerados invitan a la sonrisa y recuerdan el pasaje de Cicerón en el que pregunta "¿quién ha atado a mi yerno a una espada?".
La mención continua al emperador ("pariente del miles") y a los dioses del Olimpo son elementos muy divertidos y consiguen lo que Plauto pretendía con sus obras: que el público aplauda con ganas y con una sonrisa en los labios al finalizar la representación.
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