Para alguien como yo que empezó muy joven a asistir a representaciones teatrales le embarga un sentimiento de profunda tristeza cuando la mayor parte de las veces ir al teatro y salir decepcionado es casi lo mismo.
Mis primeras experiencias como espectadora fueron sainetes valencianos representados por amateurs con los que te reías y que por eso mismo cumplían con su propósito: hacer pasar un buen rato a personas sin expectativas y con poca formación.
Con el paso del tiempo los sainetes han dejado de interesarme.
Mis primeras experiencias como espectadora fueron sainetes valencianos representados por amateurs con los que te reías y que por eso mismo cumplían con su propósito: hacer pasar un buen rato a personas sin expectativas y con poca formación.
Con el paso del tiempo los sainetes han dejado de interesarme.
Mi afición me ha llevado a diferentes recintos y he asistido a fantásticas representaciones: obras de Lorca, de Calderón, de Casona… pero me temo que el teatro de calidad se muere. Se muere porque las grandes obras clásicas parecen desfasadas, las atrevidas adaptaciones de las mismas rayan lo excéntrico e inadmisible (recuerdo en ese sentido algunas adaptaciones de obras de Shakespeare o de Calderón).
Las obras nuevas buscan muchas veces la provocación y la risa fácil. No hay juegos de palabras, ni monólogos impresionantes…basta con la utilización vulgar de términos coloquiales (para ser comprensibles) y diálogos que demasiadas veces parecen fruto de la improvisación.
El programa de obras visto hasta ahora en el Auditorio de Vila-real se ajusta perfectamente a la situación agonizante en que yo veo al teatro: empezamos con un piano verde al que se subió Millán Salcedo, que aprovechándose de su popularidad hizo una especie de monólogo en que haciendo un desenfadado recorrido por su vida tuvo bastante para llenar la hora y media de representación.
Después llegó Pepe Viyuela con su Robinson Crusoe. Esperábamos más de un actor con tanta vis cómica, pero con un paupérrimo montaje escénico y acompañado de dos actores poco brillantes salimos de la sala con un sabor agridulce.
Claro que lo peor estaba por llegar: de entrada yo no pensaba ir porque el título de la obra no me pareció muy atrayente: “El enemigo de la clase”. Por lo que me contaron fue peor de lo que me temía. La trasgresión, la violencia y la falta de respeto hacia el sistema educativo fue la tónica dominante de una obra de la que algunos optaron por salirse.
Una de las que más parecía merecer la pena era “Los 39 escalones”. Por lo visto es tan buena que no merece llegar a provincias y se quedó en Madrid y aquí nos quedamos con las ganas. En sustitución trajeron otra que venía con buena prensa: “ La primera vez “. No fui a verla pero me han contado que hubo quien se rió mucho y que la falta de pudor encima del escenario era uno de sus ingredientes.
Y hoy hemos visto “Cum laude” y mi sensación de que el teatro se precipita al vacío ha vuelto a resurgir. Un pobre decorado, un pobre argumento, muy poca vis cómica, poco sentido de la decencia y una triste conclusión: el teatro, como otras artes, ha perdido el rumbo y a los artistas (escritores y actores) les ha abandonado la musa.
Las obras nuevas buscan muchas veces la provocación y la risa fácil. No hay juegos de palabras, ni monólogos impresionantes…basta con la utilización vulgar de términos coloquiales (para ser comprensibles) y diálogos que demasiadas veces parecen fruto de la improvisación.
El programa de obras visto hasta ahora en el Auditorio de Vila-real se ajusta perfectamente a la situación agonizante en que yo veo al teatro: empezamos con un piano verde al que se subió Millán Salcedo, que aprovechándose de su popularidad hizo una especie de monólogo en que haciendo un desenfadado recorrido por su vida tuvo bastante para llenar la hora y media de representación.
Después llegó Pepe Viyuela con su Robinson Crusoe. Esperábamos más de un actor con tanta vis cómica, pero con un paupérrimo montaje escénico y acompañado de dos actores poco brillantes salimos de la sala con un sabor agridulce.
Claro que lo peor estaba por llegar: de entrada yo no pensaba ir porque el título de la obra no me pareció muy atrayente: “El enemigo de la clase”. Por lo que me contaron fue peor de lo que me temía. La trasgresión, la violencia y la falta de respeto hacia el sistema educativo fue la tónica dominante de una obra de la que algunos optaron por salirse.
Una de las que más parecía merecer la pena era “Los 39 escalones”. Por lo visto es tan buena que no merece llegar a provincias y se quedó en Madrid y aquí nos quedamos con las ganas. En sustitución trajeron otra que venía con buena prensa: “ La primera vez “. No fui a verla pero me han contado que hubo quien se rió mucho y que la falta de pudor encima del escenario era uno de sus ingredientes.
Y hoy hemos visto “Cum laude” y mi sensación de que el teatro se precipita al vacío ha vuelto a resurgir. Un pobre decorado, un pobre argumento, muy poca vis cómica, poco sentido de la decencia y una triste conclusión: el teatro, como otras artes, ha perdido el rumbo y a los artistas (escritores y actores) les ha abandonado la musa.
11 comentarios:
¿¿Y yo que tengo la misma sensación con el cine?? ¿¿Será que nos hacemos mayores, y hemos visto tanto teatro y tanto cine ya, que cada vez cuesta más que nos sorprendan con algo??
Más bien creo que el público es cada vez menos exigente...
¿Será que es muy complicado hacer, adaptar, imaginar...una representación de lo que ya es una representación? Quizás.
La vida se ha convertido en la auténtica obra de teatro, en la representación permanente de lo que nos gustaría, de lo que deseamos, de lo contrario a lo que en realidad vivo... ¿Será que la máscara ha inundado las calles de nuestro mundo conviertiéndolo en el mayor de los escenarios posibles? Es la imagen (representación) la que lleva al poder, la que nos valora o no, la que en verdad te coloca en lo algo en lo bajo de la socidad. Creo que es muy complicado hacer una obra teatral de la mayor 'representación' jamás contada e imaginada que es este mundo virtual y, muchas veces, vacio de toda realidad y raíz.
Parece que no tenéis suerte con las obras teatrales que os llegan a Vila-real. Es difícil hacer buen teatro. Como bien dices, parece que se mueve entre la chabacanidad y las adaptaciones provocadoras o rompedoras, pasando por la acomodación a la general superficialidad de los públicos actuales, mal acostumbrados por la insufrible calidad (es una forma de hablar), la demagogia, la búsqueda de risa fácil, la propagación de la calumnia, las medias verdades (que son la peor de las mentiras) y la, a veces, zafiedad de los programas televisivos. Siempre hay excepciones, pero en general ahora funciona la burla contínua de personajes públicos, especialmente políticos del bando contrario al de la cadena televisiva, de la misma religión de siempre (la católica, claro; nunca se meten con el Islam), el montaje burdo para engañar a otra televisión y aumentar audiencia, la falta de rigor y la consiguiente propagación de bulos, mentiras, insidias, etc. y, en general, una falta de calidad galopante.
No he visto la obra, pero, si trata de educación, me temo por donde van los tiros. Ya conocemos por donde van las series televisivas de la calaña de Al salir de clase o Física y Química.
Puede ser también, Merche, que seas muy exigente porque en la red he leído esta crítica de algún espectador:
Esta obra que conmemora los 20 años que "Los Ulen" llevan en el escenario, no os defraudará, os hará reír con sus diálogos inteligentes e irónicos y también reflexionar sobre los valores humanos y la educación, al ver los comportamientos de los personajes. Personalmente, me gustó mucho y volvería a verla sin duda, por lo que la recomiendo.
Otro espectador dice:
En primer lugar, resulta llamativa la simplicidad del guión (en su sentido más negativo), de modo que pasamos a descubrir que la obra se basa en la calidad de la actuación de los diversos actores que en ella participan y, probablemente, en la fama derivada de "Los Hombres de Paco", para los no habituales del teatro.
Partiendo de la banalidad (o simplicidad, para ser más correctos) del argumento, se atraviesan diversas situaciones, algunas bastante graciosas, que son las que dan vida a la obra, pero otras no lo son tanto, bien por la baja calidad de los pretendidos chistes (personalmente, creo que no resulta difícil ser más gracioso en una conversación normal), bien por las reiteradas ofensas, algo no sorprendente en el mundo del "espectáculo" español, a la religión católica.
En conclusión, desde el punto de vista del tiempo empleado, es discutible si merece la pena o no ver la obra, pero, al menos para mí, resulta claro que es fácil encontrar algún producto artístico (hoy día llamamos arte a cualquier cosa) más satisfactorio en el que gastar los 24€ que me costó la obra (también reconozco que no aproveché la promoción Atrápalo, donde el menoscabo económico, que no el intelectual - menor, eso sí -, se hubiera visto reducido a la mitad).
No sé con qué opinión de quedarás.
Aquí tienes otra.
Espero que tengas más suerte con la siguiente.
Gracias a los tres por los comentarios. Con todos coincido en lo sustancial: cuando has visto mucho teatro (o cine) te vuelves más exigente.
También pensé en el tema de que todo nuestra vida se ha convertido en una obra (como dice una propaganda de seguros en tv) y estamos un poco hartos de ver actuar. Sólo los actores realmente "tocados" por un don especial nos resultan tolerables.
Y respecto a lo que dice Bias, pues también tienes razón: la televisión y su chabacanería lo invade absolutamente todo y el teatro se apunta a esa moda que demuestra lo mal que anda nuestro "primer mundo". Los comentarios que aportas son reflejo de la diversidad de gustos que nos rodea: hay quien volvería a ver la obra (espero no sea nadie que vive a expensas de su éxito). Yo no volvería a hacerlo ni gratis. El sector docente aparece denigrado: los diferentes profesores que aparecen representados van desde la profe medio borracha (soltera, pervertida y frustrada), pasando por el autoritario, irrespetuoso y medio esquizofrénico, hasta la pija que no sabe ni hablar y el vago que manda y no sabe hacer, ¿cómo lo ves?. ¿No estamos ya bastante denigrados para que se nos convierta en motivo de burla encima de un escenario?.
Ahir no vaig anar al teatre, però m'han dit que no va ser molt bona. Jo he vist molt poc teatre, però, també veig la qualitat de les obres.. però al programador cultural l'interesa portar rostres televisius que ompliguen el pati de butaques ,què més dona que siguen bones obres,no? També hi ha que dir que, Va de bó! o l'obra de Sergio Caballero van ser bones. Esperem que les properes obres siguen millors. El teatre no està en hores baixes, com he dit abans és el que contraten... està ple de nous genis però que els "famosos" no els deixen cap lloc. Un abraç.
(De Xavi Villaplana, profe de griego, latín y teatro en el iES Tirant lo Blanc (Torrent -València-)
Xé, me sabe mal que estéis, en general, tan desencantados con el teatro. No están todos los q son ni son todos los q están. ¿Visteis la fantástico (y literalísima) "La Vida es sueño" quemontó hace unos años Calixto Bieito (yo lo vi en el Principal de Valencia)
Ostras, de muerto nada, el teatro. Vivísimo y coleando. El mismo Calderón quiso salir de la tumba para felicitar al visionario de Bieito pero no le dejaron los profes de Lengua y Literatura. Los académicos tampoco.
Pásate por mi Blog de Teatro y Educación. Lo voy completando con el poco tiempo q tengo: http://teatregrecollatiambalumnat.blogspot.com/
Y como dicen los franceses: allez, allez!. Si no te gusta... hay que (re)inventarlo o (re)descubrir lo que falta de lo que teníamos. ¡Apúntate al carro del teatro!
Ciao y un besazo teatralísimo.
Gràcias Xavi por el comentario y por los ánimos. Espero que tu ilusión y ganas de trabajar por el teatro sean eternos como los dioses del Olimpo.
Coincido con la opinión de Alberto sobre la calidad de la obra "El congelador", protagonizada por Sergio Caballero y Abel Zamora (autor del texto).
Un texto fresco (nunca mejor dicho, jeje) de un autor muy joven y un duelo interpretativo que te mantiene en tensión hasta el final (y arranca también sonrisas).
También es cierto lo que dice Alberto que la gente se preocupa más por saber qué caras famosas vienen al Auditorio, más que por las obras que van a representar. Les da igual "Hamlet" que "Nelo Bacora", la cuestión es que salgan famosos de la tele. Y lleno total, ¡¡claro!! ¿Pero a qué precio?
Y a Xavi Vilaplana decirle que no se asuste, que seguiremos yendo al teatro para ver a Pot de Plom (tú no Merche, ya lo sé), La Pavana, Albena Teatre, Bambalina Titelles, La Cubana, Tricicle... y mi gran favorito, Rafael Álvarez "El Brujo" (¡¡maestro!!). ¡¡Aún hay esperanza!!
Lo que hace falta es, para empezar, una buena compañía de teatro clásico español, eso es algo en lo que, necesariamente, hemos de imitar a los ingleses.
También hemos de potenciar el teatro en las escuelas convirtiéndolo, casi, en materia obligatoria: como herramienta de sociabilización, como elemento imprecindible para estimular y desarrollar la capacidad de memoria, como instrumento para acentuar nuestras capacidades miméticas, como modo de expresión oral y retórica, y un largo etcétera más.
Desgraciadamente en este país se ha puesto de moda la creatividad a partir de obras de otros, pero, en la mayoría de los casos, aparecen engrendros realmente espantosos. Todos se creen Calderones, Lopes, Mihuras y Benaventes (por no hablar de autores de otras nacionalidades, cuyas obras deben pasar por el cedazo de nuestra propia idiosincrasia). Lo que está bien, bien está; y lo que no, pues eso.
Desde las aulas de lengua y literatura se debería potenciar la lectura del teatro. A mí me resulta positivo: yo leo la obra sobre la que han de trabajar en voz alta, en un espacio distinto al habitual; ellos responden centrando su atención y disfrutando de un texto, que en casa y en frío no les resulta nada atractivo.
Funciona. El teatro se merece estas pequeñas dedicatorias, por su bien y por el nuestro.
En cuanto a las programaciones de nuestros teatros, corramos un tupido velo.
Pero pensad que si no vamos a ver a esos grupos de aficionados que representan pequeñas obras de humor, toda la dedicación y el amor que se pone de manifiesto en el escenario, se perderá por el foro.
Besos gordos
La Compañía de Teatro Clásico existe. Tiene 4 equipos de profesionales trabajando en Madrid y luego salen de temporada por donde les llevan. Tengo un amiguísssssimo que hace de "Clarindo" en la Compañía que ha montado "La Estrella de Sevilla" (¿De Lope?). Sólo te diré que el verso lo trabajan con Vicente Fuentes, que estuvo en la Royal Shakespeare Company, a las órdenes del genial Peter Brook y es de los hombres que más saben sobre voz, poesía y teatro del mundo. El director del TCN es Eduardo Vasco, profesor de dirección escénica en la Escuela de Arte Dramático en Madrid, embarcado hace ya 5 años en la aventura de intentar hacer que cuaje aquello que empezó Marsillach hace más de 20 años; difícil empresa. Parece que aún no le vemos la calidad suficiente.
Al nostre estat hi ha gent molt qualificada, però desgraciadament mai ningú és profeta a la seua terra...
Sens cap dubte s'ha de promocionar el teatre des de les aules de tots els idiomes que estudiem al centre,també seria interesant en història de l'art i altres classes...Però sembla que no hi ha temps, ni a la primaria, ni a l'ESO ni molt menys a Batxillerat que tot gira en torn les PAU, per fer-ho.
Però desgraciadament no sols no és promociona, ( he de dir que aquest any en castellà alguna cosa hem vist) si no que es veu perseguit. Al meu centre hi ha un grup de teatre, Melpòlia Teatre, i els alumnes, que formem part, som aplaudits darrere de cada representació ( de vegades per compromís altres per gust), però, també som criticats per perdre el temps ja què això no suma per a les PAU, i resta temps d'estudi. Quin estudi? Coneixer profundament Shakespeare, Romeu i Julieta, La nit d'un somni d'estiu, Goldoni, Arlequí criat de dos amos... però abans d'elegir aquestes obres i autors, s'estudien diverses opccions, però a part d'eixe bagatge cultural, sense nota,FEM TEATRE. Solament des de la ignorància pot dir-se que fer teatre és perdre temps.
Malgrat la "persecusió" seguirem fent teatre, estudiant teatre...
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