martes, enero 04, 2011

A.V.E.I.S. (IV)

En esta ocasión la "I" de las siglas no significa indiferencia, sino impotencia.
Cuando una persona llega a los ochenta años sería esperable que tuviera aficiones tranquilas como coleccionar sellos o hacer la partida con los amigos jubilados, pero sé de alguien que tiene una afición mucho menos inofensiva.
El vicio o afición de quien vive en la calle Salvador número 17 de Vila-real es deteriorar los coches que estacionan o aparcan cerca de su casa. No le falta práctica: no hay ningún vecino de su calle y de las lindantes que no haya sufrido en su propio vehículo o en el de alguien de su familia alguna de las gamberradas del octogenario al que dedico esta entrada.
Años lleva el individuo del que hablo haciéndose más y más odioso. Las últimas horas lo he podido comprobar en persona. Estoy tan harta de que abuse de todos, que hemos ido a hablar con los agentes de la policía y nos encontramos en plena campaña de recogida de firmas para quejarnos de las amenazas y desmanes que sufrimos. Cada firma encierra una historia de rabia e indefensión. Algunos le pillaron in fraganti rayando sus coches con ensañamiento y además tuvieron que aguantar las groserías y palabras amenazantes con las que suele "obsequiar" a quien se atreve a plantarle cara.
Es tal el atrevimiento al que llega el infractor, que suele llevar una navaja en el bolsillo y últimamente un cuchillo enganchado en su cinturón. No me lo han contado, lo he visto. También le he pillado rayando un automóvil que estaba aparcado a bastante distancia de su puerta, pero que a él también le molesta. En concreto le molestan todos los vehículos menos el suyo. Está obsesionado con que no le aparquen delante de su casa y se ha hecho pintar una señal amarilla como si tuviera algún tipo de invalidez, cosa que no entendemos quienes le conocemos y sabemos de su fantásticas condiciones físicas. Está claro que las mentales no son tan buenas, pero de momento él tiene el poder de obrar impunemente, de llamar a la grúa y hacer que se lleven inmediatamente el vehículo que estacione en sus inmediaciones e incluso de hacer creer a los agentes que le visitan que es un ser inofensivo y débil.
Son tantos los años que se sale con la suya que parece absurdo sublevarse a estas alturas de su vida (tiene más de ochenta cumplidos) pero es que esto empieza a sonar a aquello que después oímos en las noticias cuando muere alguien: todos sabían que había amenazado con matar, pero nadie lo había denunciado o a nadie se le había hecho caso. A ver si esta vez no hemos de lamentar daños mayores demasiado tarde.

2 comentarios:

Josico dijo...

Ese individuo es un joputa redomado que se aprovecha del miedo de sus vecinos, de la gente más educada que él, y de unos agentes de seguridad a los que tiene engañados para que cumplan todas sus exigencias.
¡No hay derecho! Se merece tener el mismo final que el comendador de Fuenteovejuna, la magistral obra de Lope de Vega. ¡¡Eso sí que sería justicia divina!!
¿Dónde puedo ir a firmar? ¡¡Yo me uno a vuestra causa!!

Cristóbal dijo...

És molt trist llegir que una persona que després de tota una vida no ha aprés allò que de veritat importa i tampoc haja madurat... És difícil afrontar a una persona així a més a més em resulta molt estrany que els propis agents li façan cas... On es pot signar? Jo també m'unix a la vostra causa!