lunes, mayo 30, 2011

AUREA ET DIVINA SALMANTICA

Si un color se asocia con la excelencia, ese es sin duda el dorado, color del metal más preciado y precioso desde la antigüedad. Salamanca merece sin duda el sobrenombre de dorada. No sólo por el aspecto que las piedras confieren a sus edificios más emblemáticos, sino porque el valor del oro y su belleza intrínseca resultan de lo más adecuado a la espléndida y seductora ciudad castellana.


Si los dioses bajaran del Olimpo para instalarse en la tierra, seguro que tendrían entre sus preferencias la sede salmantina.

Para mí, volver a pisar los adoquines, que conforman su peculiar aspecto de ciudad anclada en sus orígenes, es un placer indescriptible.

Levantar la vista y no saber si dirigir la mirada hacia la imponente Catedral Nueva, hacia el entrañable Colegio Anaya, donde tuve el privilegio de acabar mi carrera, si encaminar los pasos hacia la popular casa de las Conchas y la Universidad Pontificia, o si emprender la marcha a la concurrida y acogedora Plaza Mayor… Bajar hacia la Gran Via y visitar el monumental convento de San Esteban, entrar el claustro de la Catedral vieja, buscar la rana entre las filigranas de su fachada plateresca.. acercarse al río Tormes y cruzarlo por el puente romano sin perder de vista la imponente estampa de la catedral como faro del casco antiguo de la ciudad…

Regresar a Salamanca ha sido sin duda un lujo. Reencontrar amigos de carrera y también de vida es un regalo para el alma.

El tiempo pasado, veinticinco años llenos de vivencias, no han logrado apagar la pasión que en plena juventud experimentaba por la hermosa ciudad y que he revivido e intentado aprisionar en imágenes en las apenas cuarenta y cuatro horas pasadas allí. Dejo algunas fotos para deleite de mis amables lectores y seguidores.


3 comentarios:

Ana Ovando dijo...

Preciosas imágenes, espero que te lo hayas pasado bien. Nos vemos este jueves y nos cuentas.

LO QUE SIENTO dijo...

Gracias por las fotos y tus palabras.
Ya lo dijo Cervantes 'Salamanca que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que la apacibilidad de su vivienda han gustado'.
Solo una palabra con todo el cariño, con toda la bondad que pueda contener... envidia.
Gracias por compartir tu experiencia y por hacerme sentir paseando hacia la Ponti, hacía las catedrales y bajar hasta San Esteban para entrar en Las Dueñas y creer que se había parado el tiempo...

Josico dijo...

Com m'alegra que t'ho hages passat tan bé!! :)