El pasado jueves tuvimos ocasión de oír hablar a Juan Carlos Castelló disertando sobre el amor.
Quienes le conocemos sabemos que él es una persona que inspira amor y respeto y que su amable trato trae buenos recuerdos a los alumnos y profesores con quienes ha compartido parte de su vida.
Su conferencia fue una completa apología del amor de pareja como máxima aspiración de la vida en la tierra. Desde el pensamiento filosófico que siempre le mueve, definió qué es y qué no es el verdadero amor en la esfera de la relación interpersonal.
Lo diferenció de otros conceptos como son la amistad o el afecto (en el lado positivo) y la pasión o la obcecación en el negativo.
Basándose en su propia experiencia y en los estudios realizados, Juan Carlos piensa que el amor de pareja es una realización que lleva a la persona a mostrarse con sus mejores cualidades: la entrega y la plena confianza en el otro permiten que uno se muestre ante el mundo con sus mejores atributos.
Nos explicó que el verdadero amor es eterno, no a la manera tradicional de "hasta que la muerte os separe", sino como vivencia que deja su impronta en el alma y que no puede desaparecer nunca del todo.
También nos habló del "mal amor", ese que se revela en los celos, el maltrato y el ansía de dominio del que se supone es el amado/-a.
Me gustó mucho ver la valentía con que defendía un amor que parece estar pasado de moda, ese que no tiene los días contados (tan habitual en los tiempos que corren), ese que después del enamoramiento y el deseo iniciales se consolida en un sentimiento que colma todas las expectativas y que hace de dos entidades un solo proyecto de vida y que echa por tierra máximas como la de Ovidio en sus Heroidas cuando hacía decir a Penélope: Res est solliciti plena timoris amor. (El amor está lleno de temor y desasosiego).
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